lunes, 5 de marzo de 2012

Barbanegra: El pirata más cruel del Atlántico y el Caribe

El cruel pirata Barbanegra (cuyo nombre real era Edward Teach) era un hombre de gran talla que hacía honor a su apodo con una profusa barba negra que se extendía casi hasta la cintura. Solía peinar la barba en trenzas adornadas con cintas de color negro, y sobre sus hombros llevaba una bandolera con tres pistolas.

Durante veintisiete meses, Barbanegra aterrorizó a los marineros del Atlántico y el Caribe, abordando buques para escapar con su carga, y ultimando a la tripulación de aquellos navíos que osaban oponer alguna resistencia. Solía realizar los ataques al amanecer o atardecer, amparándose en las sombras. El barco pirata enarbola el pabellón de un país amigo al de la víctima, y luego izaba la bandera pirata en el último momento. Cuando las víctimas se rendían voluntariamente, perdonaba sus vidas; por el contrario, su crueldad no tenía límites ni conocía piedad cuando debía someter a sus enemigos.

En noviembre de 1718, Barbanegra se retiró a su refugio favorito, en la Isla Ocracoke. Allí, se celebró una descontrolada fiesta pirata, donde el alcohol fluía entre grandes hogueras. La fiesta se prolongó durante días, y varios ciudadanos de Carolina del Norte enviaron un mensaje al gobernador Alexander Spotswood de Virginia. El Gobernador Spotswood inmediatamente ordenó a dos buques, al mando del teniente Robert Maynard de la Marina Real, zarpar hacia Ocracoke y capturar los piratas.

El 21 de noviembre de 1718, Maynard y Barbanegra trabaron una dura batalla. Uno de los buques de Maynard bloqueó la ruta de escape del barco de Barbanegra. Barbanegra dirigió La Aventura, tal era el nombre de su nave, muy cerca de la orilla. Parecía que el pirata encallaría, pero en el último segundo el buque encontró el rumbo a través de un estrecho canal.

Uno de los buques de la Armada encalló en un banco de arena intentando emular al pirata. Barbanegra disparó sus cañones sobre este, causando gran cantidad de bajas entre los hombres de Maynard. Los tripulantes que habían sobrevivido a la metralla, se escondieron bajo la cubierta, con la esperanza de engañar a los piratas, haciéndoles creer que habían vencido. Cuando los piratas abordaron el barco, Maynard y sus hombres los atacaron.

El choque fue sangriento. Barbanegra y Maynard se encontraron cara a cara, disparándose el uno al otro. Barbanegra falló, pero Maynard alcanzó al pirata. Aún herido, Barbanegra desarmó al militar con su espada y se preparó para dar la estocada final, pero uno de los hombres de Maynard lo degolló por detrás. Barbanegra continuó luchando mientras la sangre manaba de su cuello. Fueron necesarios cinco disparos más y una veintena de cortes antes de que el pirata cayera muerto.

Maynard debe haber pensado que la única manera de asegurarse de la muerte de Barbanegra era decapitarlo. Colgaron la cabeza del bauprés y arrojaron el cuerpo de pirata por la borda. Según la leyenda, a medida que el cuerpo caía al agua, la cabeza colgando del bauprés gritó: “¡Vamos Edward!” y el cuerpo sin cabeza nadó tres veces alrededor del barco, antes de hundirse hasta el fondo.

Desde ese día hasta hoy, sostienen, el fantasma de Barbanegra ronda la Isla Ocracoke en busca de su cabeza. En ocasiones, el fantasma decapitado flota en la superficie del agua, o nada debajo de ella. En ciertas oportunidades las personas refieren ver una extraña luz que viene de la orilla de Ocracoke Island. En las noches que la luz fantasma aparece, si el viento sopla hacia el interior, todavía se puede escuchar el fantasma de Barbanegra caminando de arriba hacia abajo y rugiendo: “¿Dónde está mi cabeza?”

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