Las guerras parecen, en principio, poco propicias para manifestaciones supuestamente misteriosas. Sin embargo, no faltan testimonios de apariciones y desapariciones sin explicación racional acaecidas en los campos de batalla. Al menos en los de épocas pasadas. En agosto de 1914, por ejemplo, después de que un periódico londinense publicara un relato de Arthur Machen en el cual San Jorge enviaba un grupo de arqueros fantasmales para ayudar al ejército inglés, soldados británicos comenzaron a informar desde el frente de la aparición real de tales arqueros y del propio San Jorge. Soldados franceses avistaron poco después en Mons a San Miguel y a Juana de Arco. También durante la Primera Guerra Mundial, pero en la campaña de los Dardanelos, se produciría uno de los casos de desaparición más célebres: el 5ª batallón del Regimiento Real de Norfolk, compuesto por 267 hombres, se desvaneció al atravesar una extraña nube.
Entre marzo y agosto de 1915 las tropas aliadas tratan de conquistar la península de Gallípoli (Turquía). El 21 de agosto, al sur de la bahía de Suyla, 22 soldados neozelandeses pertenecientes al cuerpo de ingenieros observan desde una posición elevada cómo tropas del Comando Unido de Australia y Nueva Zelanda (CUANZ) intentan tomar la cota 60. A media mañana ven una densa nube de forma singular descender hasta cubrir el lecho seco de un río cercano a esa cota. Aparece entonces un batallón inglés, que sube por el lecho del río para ir a apoyar a la CUANZ. Los soldados británicos continúan su marcha, entrando en la nube. Pero no saldrán de ella. Nada más desaparecer el último de los ingleses en su interior, la nube se eleva suavemente para alejarse flotando poco a poco, en dirección contraria a la del viento.
Tres de los soldados neozelandés relatarán este incidente 50 años después, durante una reunión conmemorativa de la CUANZ. Documentos de la época corroboran que un batallón del regimiento Norfolk, el quinto, desapareció en Gallípoli durante un ataque, pero demuestran también que los tres testigos, tal vez por el tiempo transcurrido desde entonces, cometieron bastantes imprecisiones en su narración. Para empezar, ellos hablaban de un regimiento entero, no de un batallón; el hecho tuvo lugar el 12 de agosto, no el 21, y sucedió a 5 km del lugar que pensaban.
Por otro lado, cabe decir que aunque el 5º de Norfolk figura como desaparecido, en 1919 se recuperaron 122 de sus cadáveres, y la ausencia de los otros 145 tal vez se explicaría por un fenómeno de putrefacción acelerada. Todo esto lleva a dudar del testimonio de los tres ingenieros neozelandeses, a quienes pudo haber confundido un efecto óptico, o cuyos recuerdos pudieron verse distorsionados por el paso de los años y la sugestión mutua.
De todas maneras, el batallón de Norfolk no es el único grupo de soldados desparecido misteriosamente a lo largo de la Historia. En 1707, 4000 hombres del archiduque Carlos de Habsburgo desaparecieron sin dejar rastro mientras cruzaban los Pirineos; en 1858, un cuerpo expedicionario francés de 650 zuavos se evaporó camino de Saigón; en diciembre de 1923, 3000 soldados chinos apostados a lo largo de Yang-Tsé se volatilizaron durante la noche. ¿Deserciones masivas o hechos extraños sin explicación natural?
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