martes, 20 de enero de 2009

En la Frontera de Dos Mundos

Más allá del terror que producen los fantasmas, parece existir una realidad sobrecogedora donde lo físico y lo metafísico se confunden. ¿De qué insondables abismos proceden los fantasmas?

Sin duda conocemos sólo una parte de la realidad, y los fantasmas tienen con toda seguridad una explicación no reñida con las leyes físicas, pero hay un aspecto que interesa, que apasiona en muchos sentidos, y es el de sus motivos para «volver».

¿Qué razón los mantiene en el terreno incierto, en la frontera tenue que separa los dos mundos? ¿Qué les retiene a unas paredes que ocuparon en vida? No siempre son sucesos dramáticos o crímenes monstruosos; con frecuencia son personas que llevaron una existencia apacible y que por un extraño mecanismo energético que desconocemos se dejan ver en actitudes normales, en su sillón favorito o en la postura que les era habitual.

¿Hasta qué punto los ambientes quedan «impregnados» de la personalidad física del que vivió allí? Hay todo un material apasionante para el estudio, para la investigación, un material demasiado sutil e inaprensible. Sin embargo, es preciso iniciarla, relatar los clásicos experimentos, los célebres casos, los famosos espectros. Y estudiar, incluso, la posibilidad de que una parte de nosotros, tal vez «fantasmal», nos sobreviva al trance de la muerte. Comenzaremos planteándonos una pregunta simple, pero cuya respuesta exacta no ha podido hallarse todavía: ¿Qué es un fantasma?

A través de toda la literatura que existe sobre el tema, no es posible encontrar una definición clara y sistemática que dé cumplida cuenta a la pregunta. Más bien lo que han pretendido los autores que han aludido a esta temática ha sido dar diferentes tipos de explicaciones, más o menos complejas o artificiosas, acerca del por qué la gente ve «fantasmas».

Una Encuesta Inquietante

Hasta la creación en 1882 de la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres, los científicos no se habían preocupado del estudio de ese fenómeno, tan común en todo tipo de culturas, que viene denominándose secularmente con los nombres de aparición, espectro, fantasma, etc... En esta Sociedad británica confluyeron un buen número de intelectuales y científicos de la época, procedentes, en su mayor parte, de la Sociedad Dialéctica de Londres y de la Real Sociedad Británica, entidades que albergaban en su seno a los más prestigiosos hombres de ciencia de Inglaterra.

La SPR decidió llevar a cabo un censo de todos los casos que le fueran remitidos en los que hubiese tenido lugar la visión, en estado de vigilia, de la imagen o fantasma de algún amigo, familiar, o situación que pudiese ser constatada de alguna manera. A esta tarea se la designó con el nombre de «Censo de Alucinaciones». En el Congreso de Psicología Experimental celebrado en París en 1882 se aprobó el proyecto general de dicho censo, cuyas tareas fueron encomendadas a Henry Sidgwik, Alice Johnson, Frederick Myers, Frank Podmore, la esposa de Sidgwick y a A. T. Myers.

El texto de la pregunta era el siguiente: «¿Ha tenido usted alguna vez, cuando creía estar completamente despierto, la impresión intensa de ver a un ser viviente o un objeto inanimado, de sentir su contacto o escuchar alguna voz, sin que, hasta donde pudo descubrir, esta impresión se debiera a ninguna causa física exterior?» A aquellos que respondieron afirmativamente se les remitió otro formulario, pidiéndoles detalles de sus experiencias. En total se recibieron 5.705 respuestas de las cuales fueron seleccionadas 688. Los resultados demostraron que casi el 10 por 100 de las personas sometidas a la encuesta habían experimentado fenómenos de la especie descrita en la pregunta. El grupo de casos que aparecía con mayor frecuencia eran aquellos que anunciaban la muerte de algún amigo o pariente.

Después de la confección del censo era preciso dar una explicación a los hechos que se habían podido comprobar estadísticamente. Así, varios de los más destacados miembros de la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres comenzaron a elaborar hipótesis explicativas sobre el fenómeno de las apariciones fantasmales.

Dramatizaciones De Ultratumba

Para Tyrrell, miembro de la SPR, el origen de la visión espectral podría ser explicado acudiendo a la analogía de un «montador escénico» y de un «productor», a los que asigna papeles importantes para la representación del drama, que nos hacen ver el mensaje en forma de alucinación fantasmal.

Este autor, quizá el tratadista moderno más destacado en el tema de las apariciones, hace una fecunda clasificación de las mismas, dividiéndolas en: experimentales críticas, postmortem y espectrales. Ilustraremos, mediante un breve ejemplo, el contenido de cada una de las mismas.

Denomina Tyrrell con el nombre de experimentales las apariciones en que un sujeto, al que vamos a denominar agente, intenta hacer visible su doble, o espectro fantasmal de sí mismo, a otro sujeto o grupo de sujetos que llamaremos percipientes. Veámoslo con un caso tomado de la recopilación hecha por G. N. M. Tyrrell del «Censo de Alucinaciones»:

«El viernes primero de diciembre de 1882, a las 21:30, quedé a solas en una habitación y me senté junto a la chimenea; hice un esfuerzo tan intenso para concentrar mi mente en el interior de un casa de Kew..., en la cual vivía la señorita V con sus dos hermanas, que creí realmente estar en la casa.»

«Esa misma noche, cuando me fui a la cama, decidí que estaría en el dormitorio del frente de la casa ya mencionada a las 24, y permanecería allí hasta haber hecho perceptible mi presencia espectral a sus moradores.»

»Al día siguiente, que era sábado, me trasladé a Kew..., a pasar la tarde, y encontré a una hermana casada de la señorita V. (cuyo nombre era L. El narrador la había visto sólo una vez anteriormente). En el curso de la conversación (aunque en ningún momento pensé dirigirle pregunta alguna sobre el tema me contó que la noche anterior me había visto claramente en dos ocasiones. La señorita L. había pasado la noche en Calrence Road (así se llamaba la calle de la señorita V.) y durmió en el cuarto de enfrente. Alrededor de las 21:30 me había visto en el pasillo que va de una habitación a otra; y a las 24, todavía despierta, me vio entrar en el dormitorio y caminar hasta acercarme al lugar donde ella dormía; después había extendido mis manos hacia su pelo (que es muy largo). Me dijo también que después la aparición le tomó una mano, y se quedó mirándola atentamente, acerca de lo cual ella había comentado: "No necesita leer las líneas, pues yo nunca he tenido preocupación alguna." Entonces, había despertado la señorita V., que dormía con ella y le había contado todo.»

Cuando Menos Se Espera

En las «apariciones críticas», en cambio, es el agente el que pasa por un momento difícil, que comunica al percipiente. Este, en la alucinación telepática, reconoce la imagen del amigo o familiar portador de tan trágica situación. Un ejemplo ilustrará al lector la aparición que en tal trance se produce. Este caso ha sido tomado de las actas de la SPR El medio hermano de la percipiente (ella se refiere a él como a su hermano), que era aviador, fue derribado en Francia el 19 de marzo de 1917, en las primeras horas de la mañana. Ella se encontraba entonces en la India:

«Mi hermano –refiere– se me apareció el día 19 de marzo de 1917. En este momento yo estaba cosiendo o, tal vez, hablando de mi hijito; no puedo recordar exactamente qué estaba haciendo en ese preciso instante. El niño estaba en la cama. De pronto tuve una extraña sensación de que debía volverme; al hacerlo vi a mi hermano Eldred W. Bowyer-Bower. Creyendo que era él en persona y que podía haber sido enviado a alguna misión a la India, estaba simplemente encantada de verlo; me volví rápidamente y acomodé al niño en un lugar seguro de la cama para poder dejarlo solo e ir a hablar con mi hermano; después giré de nuevo sobre mis pies, extendiendo una mano hacia él, cuando me di cuenta de que ya no estaba allí. Pensé únicamente que estaba bromeando conmigo, lo llamé a gritos y comencé a buscarlo por todas partes. Solamente cuando me convencí de que no podía encontrarlo, comencé a sentirme asustada, y a pensar, horrorizada, que podía haber muerto. Me sentía aturdida y enferma. Creo que fue hacia las 14 cuando bautizamos al niño. Estando en la Iglesia tuve la sensación de que mi hermano estaba allí; pero no podía verlo. Dos semanas más tarde me enteré por los diarios que había desaparecido. Todavía no puedo hacerme a la idea de que ya no existe.»

Este caso nos pone de manifiesto algunos aspectos singulares de las apariciones críticas. Entre ellos se destaca que el fantasma de la aparición semeja un ser vivo, vestido como iría habitualmente. En nuestro caso el fantasma es tomado por su hermano de carne y hueso que viene a visitarla. La aparición es tan real y vívida que al desaparecer el fantasma de su hermano, ella piensa que éste se ha escondido y está bromeando con ella.

Otro aspecto interesante que nos trae a colación este caso es el hecho de que la aparición no surge cuando el individuo es presa de algún presentimiento o deseo con respecto al agente, sino que ésta irrumpe en el momento que menos se la espera, frecuentemente mientras que el individuo está ocupado en sus tareas cotidianas.

Otro tipo serían las apariciones «post mortem», que son aquellas que tienen lugar una vez que han transcurrido más de doce horas de la muerte del agente, ya que se considera que puede haber un retraso en la información telepática de unas doce horas. Si la aparición «post mortem» estuviera dentro de este plazo, es decir, antes de las doce horas, sería una aparición crítica y no «post mortem». El siguiente caso, extraído igualmente de las actas de la SPR, servirá para ilustrar este singular tipo de apariciones:

«No Ha Salido Por La Puerta»

«La señora P. y su marido se habían acostado, pero ella, envuelta en un salto de cama, estaba recostada en la parte exterior de la cama, esperando el momento de alimentar a su hijito, que dormía en una cuna próxima. La luz estaba encendida todavía, y la puerta de la habitación cerrada.» La percipiente sigue relatando: «Estaba justamente tratando de incorporarme cuando, con asombro mío, vi parado a los pies de la cama a un caballero que vestía el uniforme de los oficiales navales y llevaba una gorra de marino con visera muy prominente. Por la posición de la luz, el rostro quedaba en la sombra para mí, lo cual se acentuaba a causa de que el visitante permanecía con sus brazos apoyados en la barra de la cama. Yo estaba demasiado asombrada para sentir miedo, pero simplemente no comprendía qué podía ser aquello: inmediatamente sacudí el hombro de mi marido (que dormía con la cara vuelta hacia mí) y le dije: "Willie, Willie, ¿quién es?" Mi marido se volvió para mirar hacia donde le indicaba y permaneció durante uno o dos segundos contemplando al intruso, en un estado de absoluta perplejidad; después gritó: "¿Qué diablos está usted haciendo aquí?" Mientras tanto, la forma se había incorporado y exclamaba ahora con una recia voz de mando, aunque cargada de leve tono de reproche: "Willie, Willie."

Observé a mi marido; vi que su rostro estaba pálido y era presa de gran agitación. Cuando me volví hacia él observé que saltaba del lecho, como si se dispusiera a atacar a aquel hombre; pero permaneció de pie junto al borde de la cama, como embargado por el temor o sumido en una gran perplejidad, mientras la figura se movía lenta y tranquilamente hacia la pared que estaba en ángulo recto con la lámpara, en la dirección de la línea punteada (en el relato se incluía un diagrama). Al pasar por delante de la lámpara, una sombra densa, como la que habría producido el cuerpo de una persona al interponerse entre la lámpara y nosotros, se extendió por la habitación, y, finalmente, la figura desapareció dentro de la pared. Mi marido, que parecía muy agitado, tomó la lámpara y volviéndose hacia mí exclamó: "Quiero registrar toda la casa hasta ver dónde se ha metido." En ese momento yo también estaba demasiado agitada, pero recordando que la puerta estaba cerrada y que el misterioso visitante no se había dirigido hacia ella, se lo hice notar: "No ha salido por la puerta". Pero mi marido no me hizo caso; sin detenerse descorrió el cerrojo, se lanzó fuera de la habitación y registró toda la casa.»

Una vez que hubo desaparecido la imagen espectral, surgieron las preguntas a cerca de qué anunciaría dicha aparición. La señora P. se mostró muy preocupada, pues pensaba que tal vez su hermano, que servía en la Marina, habría sufrido algún accidente. Pero su esposo la calmó por completo al indicarle que el espectro que había visto no era otro que el fantasma de su padre. Su relato continúa de la siguiente manera: «El padre de mi marido había muerto hacía catorce años: Había sido oficial de la Marina en su juventud.»

El sentido de la aparición, le fue narrado, una semanas después, a la señora P. por su marido, contándole a este respecto que habiendo atravesado por una crisis financiera, se propuso aceptar los consejos de un individuo que, si los hubiese llevado a cabo, le habrían costado la ruina. Gracias a la aparición de su padre se negó a prestar oídos a tan vil sujeto.

El último tipo de apariciones con el que cierra Tyrrell su clasificación, son los espectros o fantasmas que aparecen en el lugar que ocuparon en vida.

Una Persistencia Inexplicable

El ejemplo que exponemos a continuación también ha sido tomado de las actas de la SPR:

Veamos el nuevo relato: La percipiente, su marido, su hijastra y dos hijos más pequeños vivían con sus criados en una casa aislada que aún no hacía veinte años que había sido edificada: «Llevábamos tres semanas en ella –relata– cuando una mañana alrededor de las once, mientras yo practicaba en el piano del salón, tuve la siguiente experiencia: sentí de pronto la impresión de que una persona me estaba mirando a través de la rendija de las puertas plegables que estaban a mi izquierda; creyendo que sería un visitante, me levanté y fui hacia el pasillo, pero no había nadie y la puerta del vestíbulo, que era de vidrio, estaba cerrada. Sólo alcancé a ver la mitad superior de una figura que parecía ser la de un hombre de semblante pálido y cabello y bigotes negros. La aparición sólo duró uno o dos segundos, pero vi la cara tan claramente que aún podría reconocerle aunque lo viera rodeado de gente. Me produjo una fuerte impresión. Era imposible que nadie se acercara a la casa sin ser visto no oído.»

«... Más adelante, alrededor de las 8:30 de una mañana del mes de agosto del mismo año, fui al salón para retirar algo del aparador; al darme la vuelta, alcancé a ver la misma figura en el balcón, frente a las persianas, que estaban corridas. Tampoco ahora pude ver más que la parte superior de la figura, que parecía estar en una posición algo encorvada; esta vez la luz venía del vestíbulo y del comedor, y no daba directamente en el balcón, pero me permitía distinguir perfectamente el rostro y la expresión de los ojos... Días más tarde, en ese mismo mes, estaba en el jardín jugando al criquet con mis hijos. Desde mi posición, próxima a la entrada, podía distinguir el interior de la casa a través de un pasillo y del vestíbulo hasta la puerta de entrada. La puerta de la cocina se abría a este pasillo. Vi claramente la misma cara que me observaba a hurtadillas desde la puerta de la cocina, sólo la mitad superior de la figura. Arrojé el palo al suelo y corrí hacia la casa.

Una de las criadas había salido y me di cuenta de que la otra estaba arriba, en su dormitorio. Algo más adelante, en ese mismo año, serían alrededor de las 20 horas cuando bajaba sola por la escalera, y en ese momento oí una voz que provenía aparentemente del lugar en que se encontraban las habitaciones de mis hijos, cuya puerta estaba abierta. La voz decía claramente, en un tono profundo y pesaroso: "No puedo dar con ello." Entonces di un grito llamando a mis hijos, pero no obtuve respuesta, no me cabe la menor duda de que estaban dormidos. Mi hijastra, que estaba abajo, en el comedor, y con la puerta abierta, oyó también la voz, y creyendo que era yo quien hablaba, gritó: ¿que estás buscando? Ambas estábamos desconcertadas en extremo. Era absolutamente imposible que la voz perteneciera a ninguno de los moradores de la casa. Las criadas estaban en la cocina y mi marido había salido. Algunos días más tarde, mientras bajaba por la escalera, después de oscurecer, sentí una fuerte palmada en la espalda. Me asusté mucho, pero no me dañó. No había nadie junto a mi; bajé corriendo las escaleras y conté lo ocurrido a mi marido y a mi hijastra. Esta confesó que había tenido experiencias análogas, y la cara que había visto era la misma que vi yo. Una vez, mientras jugaba con su hermano en el rellano de la escalera, se le ocurrió mirar hacia atrás por encima del hombro, y vio de nuevo a la misma cara. En ese mismo momento su hermano gritó: «Mira, hay un hombre en el rellano.»

Variedad Alucinante

Los fantasmas pueden presentarse visiblemente, es decir, pudiéndose observar sus contornos e incluso el cuerpo entero del mismo, o bien parcialmente visibles, como a veces ocurría en las sesiones experimentales con las médiums de principio de siglo, en que dichas materializaciones fantasmales no quedaban del todo conformadas, observándose torsos, manos, caras, etc.

También puede percibirse la presencia de un fantasma a pesar de que éste no sea visible, bien porque toca al percipiente y éste siente su contacto, o porque observamos movimiento de objetos, golpes, voces. La clasificación final quedaría, pues, de la siguiente forma:

A) Fantasmas visibles:
- Plenamente visibles.
- Parcialmente visibles.
B) Fantasmas invisibles.
C) Fantasmas de vivos.
D) Fantasmas de muertos.
E) Fantasmas con vida.
F) Fantasmas sin vida.
G) Fantasmas dependientes de una persona viva.
H) Fantasmas independientes, al parecer, de persona viva alguna.

lunes, 19 de enero de 2009

Katie King: La Materia de los Espíritus

Qué ocurre en realidad cuando un fantasma se materializa partiendo del cuerpo del médium? ¿Es la fantasmogénesis fisiológica un acto de posesión en los espíritus?

finales del siglo XIX surgieron ante un público solícito de hechos insólitos una gran cantidad de médiums afiliados al movimiento espiritista, de gran boga en aquella época, que manifestaban poder traer a entes del «más allá» mostrándolos ante el público que asistiese a sus sesiones. Las reuniones, por supuesto, en la gran mayoría de los casos, eran convocatorias a las que se podía acudir previo pago de ciertas cantidades de dinero. Entre el marasmo de ansiedad e incertidumbre en que vivía la humanidad desilusionada por las corrientes materialistas de la época y por una religión que no le ofrecía pruebas palpables, el movimiento espiritista fue la solución para un público desencantado del mundo que le rodeaba, y que necesitaba «pruebas tangibles» que la corriente espirita sí podía ofrecer. De esta forma, surgieron las médiums de salón, que causaron un gran revuelo por la enorme cantidad de información que podían suministrar del «más allá». La ciencia comenzó a interesarse por esta fenomenología, tratando de comprobar qué había de verídico en todas aquellas manifestaciones.

Entre los hombres de ciencia que se interesaron por este tipo de casuística, y dentro de ella por la materialización de espíritus de seres ya difuntos, estuvo el eminente químico inglés William Crookes, que durante tres años (1871-1874) estudió una curiosa materialización que decía llamarse Katie King, y que surgía a instancias de una médium de corta edad –15 años–, llamada Florence Cook Dicho caso, al que hemos aludido en el primer volumen de «Las Ciencias Prohibidas», sigue siendo hoy objeto de enconadas discusiones, ya que aún no ha quedado claro si fue un fraude o una hermosa realidad.

Florence Cook se presentó a William Crookes para pedirle que se ocupara de su caso. Las primeras sesiones se celebraron en casa del señor Luxmore. El famoso químico pudo constatar desde un principio que, contrariamente a lo que se había insinuado –la posibilidad del desdoblamiento de la médium en un ser igual a ella–, Florence Cook y Katie King eran personas completamente distintas. En efecto, mientras la aparición permanecía delante de él percibió con toda claridad un sollozo de la médium sumida en trance dentro del camarín. No concediendo importancia a esta prueba, quiso que el fantasma apareciese en el mismo lugar en que se encontraba la médium Cook, sumida en un trance profundo –estado en que entran dichos individuos para la producción de fenómenos–, con objeto de comprobar si eran o no dos personas iguales y verificar o no la hipótesis del desdoblamiento, ya que el fantasma y su médium mostraban un increíble parecido.

El Testimonio De Crookes

No tardó mucho el día en que Katie apareció al lado de Florence Cook. Pero dejemos que sea Crookes quien nos narre lo sucedido: «Me ocuparé ahora de la sesión celebrada ayer por la noche en Hackney. Nunca se apareció Katie con tal perfección; por espacio de casi dos horas se paseó por la habitación y departió con los allí presentes. Mientras paseaba me cogió varias veces por el brazo. La impresión que sentí –de que era una mujer viva la que se encontraba a mi lado y no un visitante de otro mundo– fue tan fuerte, que no puede resistir la tentación de repetir una reciente y curiosa experiencia.»

«Convencido de que si no era un espíritu lo que tenía a mi lado, mi acompañante tendría que ser una mujer, le pedí permiso para cogerla en brazos, pues, de este modo, esperaba comprobar las interesantes observaciones que un osado experimentador había hecho públicas poco antes de manera un tanto prolija. Me fue otorgado el permiso, e hice uso de él del modo más conveniente, igual que cualquier hombre bien educado se conduciría en semejantes circunstancias. A mister Volckman le encantará la noticia de que puedo corroborar su tesis de que el fantasma (que, por otra parte, no opuso ninguna resistencia) es un ser tan material como la misma Florence Cook.»

«Katie aseguró que esta vez se sentía capaz de manifestarse al mismo tiempo que miss Cook. Reduje el gas de los faroles, y luego, con mi lámpara de fósforo en la mano, entré en la habitación que servía de camarín. Antes había pedido a un amigo, hábil taquígrafo, que anotara todas las observaciones que yo pudiera hacer mientras permaneciera en el camarín, pues nunca se me ha escapado la importancia que se atribuye a las primeras impresiones; además, no quería confiarlo todo a mi memoria, y menos aún cuando esto no era necesario. He aquí las notas:

"Entré con precaución en el camarín; estaba a oscuras y tuve que buscar a miss Cook a tientas. La encontré acurrucada en el suelo. Me arrodillé a su lado y encendí la lámpara. A su luz vi a la joven, que seguía con la misma indumentaria de terciopelo negro que al comienzo de la sesión. Daba impresión de completa insensibilidad. Ni siquiera se movió cuando la cogí de la mano y acerqué la lámpara a su cara; siguió respirando a un ritmo muy sosegado."

"Al levantar la lámpara, miré alrededor y vi a Katie en pie, justo detrás de miss Cook. Lucía los mismos ropajes blancos y ondulantes con los que todos la habíamos visto vestida desde el comienzo de la sesión. Cogí una de las manos de miss Cook con la mía libre y, una vez más de rodillas, moví la lámpara de abajo arriba, tanto para iluminar la figura de Katie como para convencerme de a quién veía, de que era ella la misma Katie a la que minutos antes había estrechado, y no el engendro de una mente enfermiza. No dijo nada, se limitó a mover la cabeza en señal de reconocimiento. Tres veces diferentes examiné con atención a miss Cook, que seguía acurrucada delante de mí, para asegurarme de que la mano que estrechaba era la de una mujer viva, y tres veces, asimismo, enfoqué con la lámpara a Katie para observarla con sostenida atención hasta que no me cupiera la menor duda de que estaba delante de mí. Por fin, miss Cook hizo un ligero movimiento, y en el mismo instante Katie me hizo señas de que me fuera. Me retiré entonces a un rincón del camarín y dejé de ver a Katie, pero no abandoné la estancia hasta que miss Cook despertó y entraron dos de los asistentes con luz."

«La estatura de Katie es variable. En mi casa la he visto quince centímetros más alta que miss Cook. Ayer por la noche, descalza y sin estar de puntillas, medía once centímetros más que miss Cook. También ayer por la noche, Katie tenía descubierto el cuello. La piel del mismo era suave al tacto y a la vista, mientras que miss Cook tiene en el cuello una cicatriz que, en parecidas circunstancias, es, además, de muy visible, áspera al tacto. Las orejas de Katie no están perforadas, en tanto que miss Cook suele llevar pendientes. La tez de Katie es muy blanca; la de miss. Cook en cambio es muy morena. Los dedos de Katie son mucho más largos que los de miss Cook y su rostro más despejado que el de la médium... El pelo de Katie es rubio; el de miss Cook es de color castaño, pero casi parece negro...»

La vida intelectual del siglo XIX fue más compleja que la de ninguna época precedente. El hombre de ciencia, que en un principio había ignorado esta fenomenología, como consecuencia de la restricción del método empírico, según el cual no se podría concebir que un hecho no sucediese en todos los casos, si se planteaban las mismas condiciones experimentales, cosa que no sucede en los fenómenos psíquicos. Sin embargo, el «boom» del espiritismo era demasiado grande para que la ciencia no se sintiese atraída a intervenir, encargándose de realizarlo en un principio Francia e Inglaterra. En la primera, la figura más eminente fue Charles Richet, premio Nobel en fisiología, creador del término que agrupa a este período de investigación: «La metapsíquica».

Richet Estudia A «Ben-Boa»

Pero volvamos a nuestro tema de las materializaciones, y pongamos al corriente al lector de una curiosa fantomogénesis estudiada por Charles Richet en Argel, en la que actuaba de médium Marthe Beraud, hija de un oficial superior, prometida al hijo de un general, muerto en el Congo antes de celebrarse la boda. Esta joven, de pequeña estatura, morena, de ojos vivos, cabellos cortos e inteligencia muy despejada, producía un extraño fantasma que decía llamarse Ben-Boa, caballero que aparecía tocado de una túnica y un curioso casco en la cabeza, de barba hirsuta y que hablaba con los presentes. Sus pies, sin embargo, no parecían distinguirse, observándose al final del cuerpo una especie de muñón que parecía sostenerlo. Otro dato curioso de la aparición es que siempre se esfumaba bruscamente en línea vertical al suelo, lo que hacía sospechar la posibilidad de que en el piso hubiese una trampilla por la que el intruso pudiera deslizarse fácilmente, dada la penumbra usual en que se desarrollaban las sesiones. Pero observemos las condiciones de control que estableció Richet en las sesiones.

La cámara en la que se realizaban las experiencias se encontraba en un pequeño pabellón aislado, sobre una cuadra y debajo de un granero. La ventana había sido condenada y se hallaba cerrada constantemente. La única puerta se cerraba con llave al principio de cada sesión, y el pabellón no tenía otra habitación más que aquélla. «Antes de cada sesión, juntamente con Delanne, lo examinábamos todo meticulosamente.»

«Dos cortinas en el fondo de la cámara aislaban de la misma una especie de gabinete, completamente oscuro, de configuración triangular, cuya hipotenusa estaba representada por una cortina de una longitud de 2,5 metros poco más o menos. Los asistentes o espectadores se sentaban enfrente, a unos 50 centímetros, y a veces, a menos distancia. Entre aquéllos se contaban el general Noel y su señora; Mlle. X, Marie y Paule, que eran dos hermanitas de Marthe –adrede las colocábamos lejos de la cortina–, Delanne y yo. Recibíamos luz por una lámpara roja como las empleadas en los laboratorios fotográficos. En el gabinete había una silla, minuciosamente inspeccionada, para Marthe, y otra para la negrita Aischa, criada de la casa».

«Se podía, pues, ver perfectamente cuanto pasaba en la sala. También puedo afirmar con absoluta certeza que ninguna persona podía entrar allí durante las sesiones».

«Seguramente, como Marthe no estaba atada ni sujeta por las manos, las condiciones de vigilancia eran más inseguras, pero suficientes, sin embargo, para poder formar una opinión».

Para Richet, según todas estas declaraciones, queda establecida la imposibilidad de un fraude por medio de material instrumental, como los usados en los trucos teatrales, que pudiese utilizar la médium, o que el fantasma fuera en realidad un individuo extraño, contratado exprofeso.

Veamos a continuación cómo se desarrolló la materialización de Ben-Boa: «El fantasma de Ben-Boa apareció muchas veces, cinco o seis, en condiciones del todo satisfactorias, en el sentido de que no se puede suponer que fuera Marthe, vestida con un lienzo y tocada con un casco. Hubiera sido preciso que ésta trajera y llevase uno y otro. Después, simultáneamente, en varias circunstancias, vimos al fantasma y a la médium. Respecto a la hipótesis de que fuera un maniquí, es más absurda todavía. El fantasma andaba, gesticulaba, se movía: se distinguían sus ojos, que miraban lentamente alrededor; y cuando probó a hablar, se vio cómo se movían sus labios».

La Respiración Del «fantasma»

«Tenía tal apariencia de vida que realicé la experiencia siguiente: tomé un frasco lleno de agua de barita, y ensayé la comprobación de si respirando –porque se oía su respiración– producía, como los seres vivientes, ácido carbónico que enturbiara el líquido. La experiencia salió bien. No dejé de mirar el frasco desde el momento en que lo puse en manos de Ben-Boa, quien en el ángulo izquierdo de la cortina parecía flotar en el aire, más alto y de mayor envergadura que la propia de Marthe puesta de pie. Mientras que el fantasma soplaba en el tubo, se oía el burbujeo del aire, y a la vez preguntaba yo a Delanne: ¿Véis a Marthe? Delanne me contestaba: "Sí, la veo por completo." Aischa se encontraba alejada, en el otro ángulo del gabinete, y yo la distinguía claramente, inmóvil y dormida. También veía perfectamente la silueta de Marthe sentada en la silla, pero no podía verle la cabeza ni el costado derecho.»

viernes, 16 de enero de 2009

Enigmas del Ectoplasma

A qué mundo de pesadilla nos remiten las emanaciones ectoplasmáticas? ¿Bastan todas las experiencias acumuladas por los parapsicólogos para explicarlas satisfactoriamente?

Las materializaciones producidas por la famosa médium Eusapia Palladino fueron frecuentes y variadas. Las manifestaciones ectoplasmáticas visuales fueron raras. Más bien solían ser manos de las que se percibía su contacto. Charles Richet, que realizó más de doscientas sesiones con ella, cuenta que, en numerosas ocasiones, fue tocado por una mano en los costados, en las manos, en la cara, en la frente, en la nuca y en la espalda.

Esta mujer, de nacionalidad italiana, nacida en un ambiente pobre, era de modales toscos y groseros, comentario que hace sobre ella la hija de Lombroso, añadiendo que, a pesar de haberse relacionado largo tiempo con gente educada –fue investigada por eminentes sabios–, no había conseguido aprender buenos modales. De costumbres bruscas, sus fraudes, cuando los hubo, fueron sumamente burdos e infantiles.

En estas materializaciones de Eusapia sólo aparecen determinados miembros corpóreos del fantasma. La supuesta telergía emitida por el médium no llega a tener la fuerza suficiente para provocar la aparición completa. Richet, que no era creyente en la supervivencia de la vida después de la muerte, explicaba la fantasmogénesis diciendo que se trata de una materia llamada ectoplasma, que el médium emite a través de cavidades de cuerpo, boca, oídos, nariz, etc.

La telergía se condensa y poco a poco toma una apariencia corpórea, logrando los médiums muy potentes la materialización completa. Pero esta sustancia proviene del médium; por tanto, una vez completada la escena espectral, vuelve al cuerpo que la ha emitido. Que la aparición tome una forma conocida para el grupo de asistentes a la sesión que sea puede deberse a la clarividencia o a la telepatía. Es decir, el médium sería capaz de poder observar los hechos pasados en la vida del sujeto; o bien, si se trata de la telepatía, conocer las cuitas del experimentador, sus preocupaciones y las anécdotas que pasen por su imaginación.

Siguiendo con Eusapia, en la sesión celebrada en Génova con el círculo de Minerva, a la que asistían Morselli, Porro, Ramorino, L. Vasallo y el doctor Venzano, surgió la forma de una niña que Porro conoció como su nieta. La sesión, acaecida el 21 de diciembre de 1901, sucedió así, según cuenta Morselli:

«Manifestáronse dos formas invisibles en la oscuridad, pero que pudieron verse después enseguida a una débil luz. Porro percibió la forma de su nieta fallecida. Detrás de una cortina, pudo abrazarla y la oyó hablar con voz infantil. Después, llegó la de un hijo de Vasallo, muerto a los dieciséis años. Esta vez, se hizo visible. Mostróse un óvalo casi fosforescente a la derecha de Eusapia; se movió de izquierda a derecha con lentitud, y desapareció. Se vio, a la luz roja, salir un brazo y una mano del gabinete y dirigirse hacia Vasallo. Aparecieron después una tercera y una cuarta forma.»

La corriente espiritista no dudaría, al explicar esta fenomenología, en afirmar que es el espíritu del difunto el que, tomando la energía del médium –por eso éste caería en la inconsciencia–, toma la forma que en vida poseyese, y habla con sus más allegados.

Un Espectáculo Extraordinario

Sería a partir de las experiencias de Schrenzk-Notzing y del ya conocido Richet, de donde se desprendería que la materialización surgiría del propio médium, por un proceso sucesivo de metamorfosis. Pudieron observar estos cambios con la médium Eva Carriere, que así se hacía llamar entonces la ya conocida por todos Marthe Beraud. Sus espectros seguían una evolución cambiante; en principio era un protoplasma gelatinoso, tal y como nos lo describe Richet, primeramente amorfo, que salía del cuerpo de la médium y tomaba forma más tarde. Al comienzo, hay siempre velos blancos, manchas lechosas y, en el interior de su pasta gelatinosa, algo con apariencia de muselina húmeda y colágena. Se forman poco a poco los dedos, dibujos y figuras en general. En esta sesión, que transcurrió en 1906, observamos esta evolución protoplasmática:

«Al cabo de una media hora abro las cortinas y veo en el suelo un vago resplandor, bastante débil, para que pueda dudar de su realidad. Poco a poco va intensificándose, tomando el aspecto de un pequeño pañuelo luminoso. Todo el cuerpo de Eva está inmóvil. La mancha luminosa se extiende. Sus contornos son indecisos, vaporosos, más inciertos y suaves que los de una tela. Se acerca al sillón, crece, toma la forma de una especie de serpiente y parece subir por el brazo izquierdo del sillón de A... Sus contornos se hacen más distintos».

«De repente, un espectáculo extraordinario. De la mesa se separa una punta que sube, se encorva, y se dirige al pecho de Eva, cuyas manos tenemos sujetas. La punta continúa avanzando de una manera amenazadora, como un animal que se dirige con su pico. Y a medida que avanza, aparece sobre el vástago rígido una especie de tela que se desarrolla –como una membrana de murciélago– tan delgada y transparente que se ven los vestidos de Marthe a su través. Se distingue perfectamente el tallo de este velo membranoso envolvente. Marthe está inmóvil y habla a intervalos».

«Puedo aproximarme y mirar tan cerca que llego a 3 y hasta 2 centímetros de distancia. Veo como una tela hinchada, dotada de movimientos. Durante cinco o seis minutos la examino cuidadosamente. Veo prolongaciones como los cuernecitos de un caracol, enderezándose a derecha e izquierda. Estos cuernos son como de una gelatina transparente, pudiendo introducirse y salir de la masa principal más claramente formada».

«Marthe se levanta. Le cojo las manos, levantando o bajando las mismas; me parece que ejerzo atracción sobre la punta de la masa. De pronto, ésta desaparece. No queda de la misma más que un velo suspendido de mi mano que sujeta las dos de la médium».

«Pero yo no siento nada. Hice un pequeño movimiento con el meñique y la masa descendió algunos centímetros para subir en el acto.»

Manos De Pesadilla

Podemos constatar en esta experiencia que el ectoplasma sigue un curso paulatino, semejante a una ameba; fija sus tentáculos en el suelo, y desde allí realiza movimientos determinados. Unas veces permanece sujeto al médium y otras se separa. Finalmente, involuciona de nuevo al cuerpo del dotado. En otras ocasiones, el ectoplasma adquiere formas corpóreas, moldeándose poco a poco, hasta hacer surgir un brazo con sus músculos correspondientes, como vemos en esta experinecia:

«Luz bastante buena. La cortina cerrada durante una hora aproximadamente. Después la abro, sobre el suelo una mancha blanca que se ensanchaba rápidamente, y la formación de dos cuernecitos por el avance de la masa X, que los emite en todos sentidos, muy movibles. Entonces la masa X, primeramente muy ancha, se disloca poco a poco en partículas, tomando el aspecto de una mano grisácea de contornos vagos. Esta mano está animada de movimientos, con el aspecto de una mano de momia que saliera de una tela. Se levanta y se baja como una mano auténtica. Las del médium, sujetas por mí, están absolutamente inmóviles. Los extremos de los dedos del ectoplasma, adelgazados, prolongados en forma fusiforme, parecen terminar en nebulosidades».

«Los puedo mirar muy de cerca. Toco uno de dichos huesos y me da la sensación de un líquido frío. La mano se balancea sobre mi rodilla y siento como un rozamiento de un cuerpo poco resistente. Entonces la mano se levanta sola, balanceándose sobre un vástago que la sostiene contra el suelo. Después cae haciendo un ligero ruido, queda en el suelo y me parecerá los dos huesos del antebrazo, como si estuvieran envueltos por una nebulosidad de muselina. Vuelve a levantarse, se inclina y avanza hacia mí. La muñeca se baja, cuelgan los dedos, se balancean y manifiestan como un movimiento de torsión del singular antebrazo. Sigo figurándome ver los huesos del carpo envueltos siempre en la nebulosidad de muselina. La mano se pone sobre mi rodilla. Percibo su ligerísimo peso. Hace a mis órdenes pequeños movimientos de desplazamiento sobre mis rodillas, las cuales siento claramente. Entonces Marthe me dice: "Mirad los músculos cómo empiezan a formarse." Veo –creo ver– en el espacio que separa ambos huesos algo negro. La mano se levanta, se mueve muy cerca de mí, casi desarraigada del suelo, con el cual no está sujeta más que por un ligero trazo blanco. Vuelve a caer la mano al suelo con un pequeño ruido, se levanta de nuevo y desaparece de pronto, así que el médium se pone en pie.»

Estos constituyen en síntesis los resultados de las experiencias realizadas por Richet en 1906 y publicadas posteriormente, tras los logros obtenidos por Schrenz-Notzing con la misma médium, con la que consiguió unas curiosas materializaciones que se las designó con el nombre de planos, ya que aparecen dibujos o caras recortadas, cuya génesis es muy similar a las descritas por Richet. Las emanaciones ectoplasmáticas, en estas ocasiones, surgían de la boca, otras del pecho o de las axilas. Madame Bisson, compañera inseparable de Eva, apunta que ella pudo ver surgir fluido ectoplasmático del ombligo de la médium cuando se encontraba completamente desnuda. Era una sustancia blanquecina, cuyo examen al microscopio, realizado por Schrenzk-Notzing, revelaba la presencia de restos epiteliales, formas bacterianas y mucha grasa. En algunos casos ha sido un tejido de apariencia vegetal, y en otros como un hilo de algodón rodeado de una sustancia granulosa no determinada.

Un Dotado Irrepetible

A esta misma época pertenece el polaco Franek Kluski, que fue considerado el gigante de los médiums en el tema de las materializaciones. Jamás se le encontró queriendo simular algún ectoplasma. Fue estudiado muy intensamente, dadas sus extraordinarias capacidades, por grandes investigadores de la época, realizando con él pruebas que dieron la vuelta al mundo.

Era un individuo muy emotivo, presentando zonas de intensa sensibilidad en la nuca y en el antebrazo izquierdo. Vivió entre 1874-1944. Durante las sesiones mediúmnicas se le aceleraba fuertemente el ritmo cardíaco, elevándose sus pulsaciones por minuto a niveles muy altos. Al final de la experiencia se quejaba de una sed insaciable, bebiendo grandes cantidades de agua. A veces, al día siguiente de una sesión aparecía su cuerpo cubierto de llagas sanguinolentas que curaban rápidamente en un par de días. Tenía antecedentes familiares de estas facultades en la figura de su padre, que, aunque poseyendo estos dones, nunca participó en sesiones espiritas; también parecía reunir estas condiciones un tío suyo, sacerdote católico.

Por las noches sus habitaciones eran lugar de cita de individuos de ultratumba, así decía él. Pero estas visitas no le causaban ningún temor.

Sus poderosas facultades surgieron, según él, desde muy temprana edad, en la que sus amigos participaban de las apariciones que surgían en una tienda que él mismo había construido mediante dos sillas a las que colocaba un chal. En su interior pudieron ver las figuras de un hermano y una hermana que habían muerto. En su pubertad, las alucinaciones llegaron a ser muy frecuentes. Solía visitar cementerios y bosques solitarios, surgiendo entonces a su alrededor apariciones de todo tipo, desde sus padres, que ya habían muerto, hasta fantasmas de diversos animales: perros, gatos y lobos, que se situaban junto a él.

Desde los 20 hasta los 46 años prestó poca atención al mundo de las alucinaciones en que se encontraba inmerso, casándose y dedicándose a las finanzas. A finales del invierno de 1918-1919, asistiendo a una sesión mediúmnica en la que actuaba el dotado Guzik, tuvieron los asistentes la idea, una vez que se había marchado el médium, de concentrarse todos ellos, a fin de comprobar si eran capaces de producir algún fenómeno. La sorpresa no se hizo esperar, surgiendo formas luminosas encima de la cabeza de Kluski. A partir de este incidente comenzó la carrera mediúmnica de Franek en el Instituto Metapsíquico, donde se prestó a ser estudiado sin otra expectativa que la de estar al servicio de la ciencia. Los controles tomados para sus experiencias fueron sencillos. Se le sujetaban las manos y se le controlaban las rodillas y las piernas. No era un médium que ofreciese dificultad en el uso de controles, ya que guardaba una inmovilidad casi absoluta a lo largo de toda la sesión, apoyando en algunas ocasiones la cabeza sobre la mesa o sobre el experimentador que se encontraba a su lado. El repertorio de sus fenómenos era de gran variedad. Se observaron con él materializaciones humanas, animales, formas luminosas e incluso fenómenos de telequinesia.

El doctor Geley, que se ocupó del estudio de este dotado, nos describe el curso de sus materializaciones, indicándonos que en el momento en que iban a tener lugar, se percibía en el ambiente un intenso olor a ozono que se desvanecía al finalizar las mismas.

La Mirada Del Espectro

El gabinete en el que transcurrían las experiencias estaba iluminado por una débil lámpara roja. Surgían en primer lugar, alrededor de la cabeza de Kluski, unos vapores semejantes a una neblina. Al mismo tiempo, se observaban resplandores luminosos, similares, según Geley, a focos de condensación, dando la impresión de órganos invisibles. Aparecían puntas de dedos y trozos de caras. Una vez que todos estos vapores se habían condensado lo suficiente y organizado, se veían manos y caras del tamaño natural, bien formadas, que se situaban al lado del médium o sobre la cabeza de los asistentes. No sólo quedaron las materializaciones en caras, sino que también, en algunas ocasiones, pudieron observarse fantasmas visibles hasta las extremidades superiores. Geley describe estos rostros como poseyendo vida, y nos dice a este respecto que se fijaban intensamente en los experimentadores. Como la visibilidad que proporcionaba la luz roja era escasa, aproximaban unas pantallas luminiscentes de sulfuro de zinc a los rostros para examinarlos mejor. Otras veces, esto resultaba innecesario, ya que la propia aparición poseía luminosidad propia, resultando fácil observar sus rasgos y contornos.

Para Geley no cupo la posibilidad de fraude con este médium y argumentó que sólo eran posibles tres mecanismos para poner en marcha el trucaje de las caras:

1° «El uso de un colaborador». Posibilidad que quedaría descartada, ya que los asistentes eran experimentadores formados, previamente escogidos por él.

2° Ilusión producida en los asistentes por el propio rostro del médium más o menos transformado. Opinión improbable, ya que Kuskli permanecía en inmovilidad absoluta, y los controles establecidos no le permitían ningún desplazamiento.

3° Quedando como tercera hipótesis «el uso de máscaras». A este respecto nos argumenta el investigador: «Un engaño así requiere un artefacto que el médium, sujeto por ambas manos, no habría podido manejar. Aun sugiriendo que hubiese podido dejar libre alguna de sus manos, habría resultado insuficiente. Con toda probabilidad habrían sido necesarias ambas manos: una, para sostener la máscara; y la otra, para levantar y acercar la lámpara a la máscara.»

¿«Esculturas» Del Más Allá?

Descartadas todas las hipótesis, el fraude parece muy difícil con este dotado. Todavía más si se tienen en cuenta los vaciados de parafina que realizaron sus ectoplasmas, en condiciones de control muy rigurosas, y que según notables expertos en esta materia fueron calificados de irreprochables. El experimento consistía en lo siguiente: se colocaba una cubeta de agua caliente sobre la que se vertía una capa de parafina fundida de color azulado. Una vez que se producía una materialización, esta se sumergía en la cubeta y depositaba el molde obtenido en las manos de los investigadores.

Geley describe así los movimientos de estos fantasmas: «Aquellas manos estaban iluminadas por puntos luminosos en las extremidades digitales. Se paseaban lentamente ante nuestros ojos; se sumergían en la cubeta de parafina; chapoteaban una fracción de minuto y volvían a salir sin perder su luminosidad; por último, dejaban, el molde aún caliente en una de mis manos.»

También en experiencias posteriores se le añadió a la parafina azulada otra sustancia incolora, el colesterol, que sometida a la prueba del ácido sulfúrico toma el color rojo. Este control se estableció para eliminar la hipotética probabilidad de que Kluski trajese los moldes preparados de antemano, ya que conocía a lo largo de las sesiones que la parafina utilizada era azulada. Con todos estos controles, los moldes obtenidos contenían colesterol. Se obtuvieron vaciados de siete manos y uno de un pie, así como el vaciado de la parte inferior de un rostro. Los vaciados poseen las características anatómicas de manos de adultos; aunque por su pequeño tamaño, recuerdan a las manos infantiles. El dictamen emitido por vaciadores profesionales, tales como Gabrielli, Barettini y Guido Marchelli –artistas modeladores–, han demostrado que dichos vaciados son de primera operación, tomados de órganos vivos y no de segundos vaciados, lo cual excluye la posibilidad de obtención de los mismos por medio de sustancias solubles, preparadas para tal efecto. Los mencionados modeladores realizaron numerosos intentos, por medios artificiales, tales como guantes de cuero, etc., para obtener moldes similares a los que realizó Kluski, resultándoles imposible encontrar un mecanismo artificial que pudiese explicar la obtención de los vaciados.

Les asombraba, sobre todo en algunos moldes de manos, la posición tan difícil en que aparecían colocados los dedos. Fueron incapaces de explicar este fenómeno y declararon que les resultaba imposible comprender cómo habían sido conseguidos los moldes.

Los Procesos Del Fantasma

En el mundo de la parapsicología, aun hoy en día, no se ha superado el terreno de la hipótesis, y no se ha encontrado ninguna que sirva para explicar las materializaciones. Lo único que podemos apuntar como características que se repiten en el campo de las materializaciones, a lo largo de la historia de esta fenomenología, es lo siguiente:

1° El ectoplasma surge del cuerpo del médium, permaneciendo unido a él mediante una especie de cordón umbilical.
2° En un principio no es visible. Poco a poco surgen unas nubes vaporosas, que a veces se acompañan de fenómenos de luminiscencia y telequinesia.
3° La masa vaporosa es de color blanquecino; lentamente se organiza, pudiendo observarse formaciones de miembros en la mayoría de los casos; si bien, en médiums muy potentes, la organización se realiza muy rápidamente, y surge la materialización completa, sin haberse llegado a observar los apartados 1, 2, 4 (caso de Katie-King).
4° Al igual que se organizan los miembros corporales, se conforman los vestidos y demás ropajes que constituyen la indumentaria del fantasma.
5° En muchas ocasiones, la materialización posee autoiluminación.
6° El espectro es reabsorbido por el cuerpo del médium en trance, desapareciendo por consiguiente la materialización, ¿Por qué se produce? ¿Qué mecanismos pone en marcha el dotado? ¿Poseemos todos la capacidad de producir fantasmas? Son preguntas que hoy, todavía, no tienen respuesta.

jueves, 15 de enero de 2009

Allan Kardec: En Busca de los Espíritus

Frío y cerebral, así describieron algunos de sus contemporáneos al educador francés Hippolyte Rivail; y, sin embargo, bajo el nombre de Allan Kardec sería el fundador del espiritismo, y millones de personas le seguirían.

Hippolyte Léon Denizard Rivail, más conocido hoy bajo el seudónimo de «Allan Kardec», nació en Lyon, Francia, en 1804. Su padre, un distinguido jurista y juez local, quería darle la mejor educación posible, de modo que a los 10 años lo envió al Instituto Yverdon en Suiza, fundado y dirigido por J.H. Pestalozzi (1746-1827), el hombre que logró revolucionar la educación europea.

Convencido de que la intuición es la fuente de todo conocimiento, Pestalozzi estimulaba a sus discípulos para que se desarrollaran como individuos, al tiempo que les sometía a un programa extensísimo que comprendía 10 horas diarias de lecciones sobre todos los aspectos de las artes y de las ciencias. Aquellos que, como Rivail, procedían de familias católicas, recibían también instrucción religiosa.

Rivail permaneció seis años en Yverdon y esta estancia influenció profundamente el curso de su vida. Pronto decidió convertirse en profesor, para difundir los trabajos de Pestalozzi en Francia, y abrió su propia escuela en París en 1826. Para entonces ya había publicado el primero de lo que sería un total de 22 libros de texto sobre gramática francesa, matemáticas y reforma educativa. También inició una serie de cursos gratuitos sobre ciencias, que mantuvo durante 10 años.

Unos Comienzos Modestos

Obligado a cerrar su escuela en 1834 por motivos económicos, Rivail tuvo que trabajar como contable para mantener a su familia, aunque continuó dando clases particulares gratuitas en su casa, y, a principios de la década de 1850, durante la que su carrera sufriría un cambio radical, era un educador conocido, progresista y librepensador. Anna Blackwell, que tradujo algunos de sus libros al inglés, le recordaba «más parecido a un alemán que a un francés». Era, decía, un hombre enérgico y perseverante, pero frío y cerebral, incrédulo por naturaleza y por formación, y un razonador agudo y lógico. Llevaba una vida tranquila y modesta y era muy trabajador; nadie veía en él al futuro fundador de una nueva filosofía religiosa.

Pero en 1848, en los Estados Unidos, habían sucedido unos hechos que iban a cambiar toda la filosofía de Rivail y a influenciar la de millones de otras personas. En el hogar de la familia Fox, en Hydesville, Nueva York, las mesas se movían solas y se oían misteriosos golpecitos, que aparentemente provenían de los «espíritus» de los muertos. Esto significó el surgimiento del movimiento espiritualista, que iba a hacer furor en París, así como en otras ciudades europeas. Al cabo de poco tiempo, y en palabras de un periodista de la época, no hubo ninguna mesa entre Montmartre y los Campos Elíseos que no se hubiera puesto patas arriba.

Rivail, a pesar de que sentía interés por todos los temas, se mostró al principio muy escéptico. En unos de sus primeros libros había escrito: «Si se han estudiado las ciencias, hay que reírse ante la credulidad supersticiosa de los ignorantes y no es posible creer en fantasmas», y cuando, en 1854, un amigo le dijo que las mesas no sólo saltaban, sino que transmitían mensajes de los muertos, Rivail replicó: «Sólo lo creeré cuando lo vea.»

No parece que estuviera ansioso por verlo, porque hasta el año siguiente no asistió a una sesión, donde presenció una demostración de «escritura en cesta», una forma primitiva de escritura automática, en la que las manos de los asistentes se colocaban dentro de una cesta, a través de la cual era conducido un lápiz. «Pude darme cuenta -recordó más adelante-, de que había algo serio tras aquella aparente trivialidad..., como la revelación de una nueva ley, que decidí investigar a fondo.»

Lo hizo sin perder tiempo, y pronto observó que, mientras los mensajes recibidos en las sesiones eran a menudo frívolos, invariablemente adquirían un tono serio cuando se dirigían a él personalmente. Su amigo, el autor teatral Victorien Sardou, le pidió que revisase unos libros de notas tomadas por el grupo con el que él había estudiado los fenómenos espiritualistas durante cinco años. Rivail quedó impresionado por «la sabiduría y la caridad que emanaban de las comunicaciones serias», y emprendió una intensa serie de sesiones con una medium llamada Japhet, en las que propuso una serie de preguntas para que los espíritus las contestaran, cosa que hicieron.

El año siguiente, publicó más de 500 preguntas, respuestas y comentarios personales bajo el título de Le livre des esprits (El libro de los espíritus), que revisó y aumentó tres años más tarde. Se publicó bajo el nombre de Allan Kardec, un nombre tomado de la ascendencia bretona de Rivail, y que al parecer fue elegido por los propios espíritus. Así, Rivail se convirtió en Kardec, y cuando murió en 1869 había escrito o, como él prefería decir, había «compilado y ordenado», cinco libros y dos monografías, insistiendo en que el contenido principal no provenía de su trabajo, sino del de numerosos espíritus «avanzados» que se comunicaban a través de diferentes mediums.

Sus obras principales fueron: El libro de los espíritus (1857 y 1860), El libro de los mediums (1861), El Evangelio según el espiritismo (1864) -publicado en España en 1978-, Cielo e infierno (1865) y Génesis (1867). También fundó, editó y escribió gran parte de la revista Revue Spirite, hasta su muerte en 1869.

A pesar de su fe inconmovible en la comunicación con los espíritus de los muertos, la filosofía de Kardec no formaba parte de la corriente espiritualista sino que era, según sus palabras, espiritista. La diferencia era crucial para los seguidores de ambas filosofías, y les condujo por caminos muy distintos.

Lo Visible y Lo Invisible

La premisa básica del espiritismo es que hay dos mundos: el visible y el invisible, que contienen seres materiales e «incorpóreos», respectivamente. El espíritu es una sustancia formada por materia «quintaesenciada» que está fuera del alcance de nuestros cinco sentidos normales, que se une con el cuerpo físico mediante un cuerpo intermedio, semimaterial, llamado «periespíritu». Al nacer, tomamos formas temporales, materiales, y cuando éstas son destruidas por la muerte física, el espíritu permanece, para reaparecer quizá en otra reencarnación. Nuestro propósito es evolucionar hacia la perfección, y nos reencarnamos tan a menudo como sea necesario para lograrlo. Todos somos la suma de aquello que hemos sido, lo que hemos hecho o pensado en vidas anteriores, y todo el proceso, según Kardec, no es milagroso ni sobrenatural, sino que es el resultado de leyes naturales e inmutables.

Mientras que el espiritualismo, tal como lo veía Kardec, simplemente manifestaba una creencia en algo más allá de la materia, el espiritismo trataba de la «relación del mundo material con los espíritus», entidades reales que están siempre en contacto con nosotros. Kardec nunca pretendió que fuese una nueva religión, sino una filosofía racional basada en hechos demostrados repetidamente que recuperaba el sentido original de todas las religiones. No pretendía, como alegaban sus críticos, sustituir al cristianismo. «La moral del espiritismo no es diferente de la de Jesús», escribió, añadiendo que, tal como la enseñanza de Jesús recuperó las de Moisés, el espiritismo era una recuperación de principios cristianos básicos que habían sido abandonados por la mayoría de las iglesias establecidas. «¿Por qué -preguntaba- se practican tan poco las enseñanzas morales de Cristo? ¿Y por qué aquellos que proclaman la sublimidad de las mismas son los primeros en transgredir la primera de sus leyes, la de la caridad universal?»

Los libros de Kardec forman el estudio más claro y extenso del mundo invisible escrito hasta el momento. Es interesante compararlos con los escritos de Emanuel Swedenborg y los de Andrew Jackson Davies «el vidente de Poughkeepsie», cuyo Principios de la naturaleza se publicó en 1847. Aunque los tres profundizaron en un mismo campo, Kardec es el único que no era ni un medium ni un místico, sino un recopilador de escritos salidos de otras manos. Su propia contribución a estos libros se limita a comentarios sobre el material recibido, y en éstos se presenta como un hombre razonable e inteligente. Como él mismo decía: «estudié los hechos con cuidado y perseverancia, los coordiné y deduje de ellos sus consecuencias».

Kardec fue uno de los primeros investigadores psíquicos serios, y encontró tiempo además para estudiar fenómenos paranormales de muchos tipos en toda Francia. Veinte años antes de la fundación de la Sociedad para la Investigación Psíquica, publicó relatos detallados, en la Revue Spirite y en El libro de los mediums, de varios casos excelentes que a menudo olvidan los historiadores. Escribió extensamente sobre el medium Jean Hillaire, el curandero Jacob el Zuavo, la posesión masiva de la ciudad de Morzine y varios ejemplos de lo que ahora llamamos actividad poltergeist. Mantuvo correspondencia con D.D. Home, el psíquico inglés, a quien admiraba mucho, y fue testigo de multitud de fenómenos paranormales, llegando a ver una mesa de 100 kg balancearse en un ángulo de 45º sobre una sola pata. Pero le interesaban menos estos fenómenos que sus implicaciones.

Causa y Efecto

Todo efecto inteligente, argumentaba, debe tener una causa inteligente, y había evidencia más que suficiente en favor de la realidad de la comunicación con los «muertos». Pero esto no quería decir que hubiera que aceptar todo lo que éstos dijeran o escribieran. «No faltan escritores en el mundo invisible -decía-,pero, como en la Tierra, escasean los buenos.» Algunos espíritus, comentó, «saben menos que nosotros en la Tierra». El investigador debía ser «crítico y lógico».

Kardec murió mucho antes de la edad de oro de la psicología francesa y de la primera psiquiatría, en la que pioneros como Janet, Charcot y Bernheim proporcionaron un enfoque más clínico para estudiar las anormalidades hasta entonces inexplicadas de la experiencia humana (muchas de las cuales continúan siendo aún hoy un misterio). Se puede creer que, a pesar de su honestidad e inteligencia, fue simplemente engañado por astutos falsos mediums. Pero no parece probable, por dos razones principales. Primera, los fenómenos que explicó y las conclusiones a las que llegó fueron esencialmente las mismas que las de otros investigadores, algunos de ellos grandes científicos, como Robert Hare en los Estados Unidos o Alfred Russell Wallace y más adelante sir William Crookes, en Inglaterra, quienes hubieron de modificar sus creencias a causa de lo que habían presenciado.

Segunda, tal como insistía el propio Kardec, lo importante era lo que decían los mensajes mejores de los espíritus, no el fenómeno en sí. El mensaje, de hecho, y no el medium era lo importante. «Pueden reírse de las mesas que se mueven, pero nunca se reirán de la filosofía, la sabiduría y la caridad que emanan de las comunicaciones serias.»

Como era de esperar, Kardec no fue muy apreciado por la Iglesia Católica, que incluyó su obra en el Index librorum prohibitorum en 1866, pero aun así él replicaba a menudo con todo detalle a las críticas. Una vez agradeció a un sacerdote haberle atacado «educadamente y en un francés más o menos correcto», y cuando en 1861 quemaron un montón de obras suyas en Barcelona, comentó simplemente, «pueden quemar libros, pero no ideas».

Espiritismo Práctico

Sus libros se han seguido publicando en varias lenguas, y sus ideas han tenido una influencia considerable en diversos países, especialmente en Brasil, donde el movimiento espiritista pronto ganó respetabilidad gracias sobre todo al apoyo del doctor y estadista Adolfo Bezerra de Meneses. Hoy, las estadísticas estiman que más de 20 millones de brasileños practican el espiritismo y, de acuerdo con la insistencia de Kardec en la caridad como su deber primordial, han llevado a cabo algunas de las obras sociales más importantes del mundo.

Brasil posee ahora grandes hospitales que combinan el tratamiento médico y el espiritual, orfelinatos, centros de enseñanza para mediums y curanderos y lugares de reunión públicos donde se imparte gratuitamente consejo y cuidados a todo aquel que lo solicita. En uno de ellos, en el centro de São Paulo, 200 mediums voluntarios atienden cada día a 1000 personas. Se han vendido varios millones de ejemplares de los libros de Kardec y de otros inspirados por éstos, y el retrato de Kardec ha aparecido tres veces en los sellos brasileños.

Este honor habría quizá molestado al hombre que escribió, en la «Conclusión» de El libro de los espíritus:

¿En qué consiste el trabajo especial y característico del espiritismo moderno? En hacer un todo coherente de lo que hasta ahora ha estado esparcido; en explicar, en términos claros y precisos, lo que hasta ahora ha estado oscurecido por el lenguaje alegórico: en eliminar los productos de la superstición y de la ignorancia de las creencias humanas, dejando sólo lo que es real y verdadero. Ésta es su misión.

Los hechos del espiritismo, concluía, habían dado el golpe final al materialismo y «mostrado los resultados inevitables del mal y, en consecuencia, la necesidad del bien» mientras que en lo que respecta a la vida futura, ya no se trataba de «una vaga imaginación, una simple esperanza, sino de un hecho».

miércoles, 14 de enero de 2009

Un Cirujano de Ultratumba

Puede el espíritu de un hombre muerto hace más de cuarenta años tomar posesión del cuerpo de otro, efectuar a través de él una operación imaginaria... y conseguir una curación? He aquí el asombroso caso del doctor Lang.

Actualmente, el doctor Lang es más conocido que nunca. Su reputación por ayudar a las víctimas de diversas enfermedades -a veces cuando han fallado todas las demás terapéuticas- es internacional. Se le puede consultar en su clínica de Aylesbury (en Buckinghamshire, Inglaterra), o bien en otras que dirige en Europa y en Estados Unidos. Nada hay de extraordinario en ello hasta que se sabe que el doctor Lang, o, para ser más exactos, mister William Lang, reputado cirujano y especialista en oftalmología, falleció en 1937 a la edad de ochenta y cuatro años.

Al parecer, desde 1946 el doctor Lang ha proseguido su labor a través del médium británico George Chapman, y la asociación de ambos se ha convertido en uno de los casos más interesantes en los anales de las actividades mediúmnicas.

Chapman fue criado por sus abuelos en Liverpool, y desempeñó varios empleos antes de alistarse en los Irish Guards en 1939. Más tarde pasó a la Royal Air Force y estuvo destacado en la base de Halton, Buckinghamshire, donde conoció a una muchacha del lugar y se casó con ella. Una vez terminada la segunda guerra mundial, se incorporó a la brigada de bomberos de Aylesbury.

En aquella época, Chapman lloraba todavía la pérdida de su hijita Vivian, que murió en 1945, un mes después de su nacimiento, y trataba con afán de descubrir si existe otra vida después de la muerte. Fue entonces cuando uno de sus colegas le hizo asistir a sesiones espiritistas, donde recibió "mensajes" que le indicaban ya que había sido elegido para convertirse en sanador, en vista de lo cual siguió practicando sus facultades mediúmnicas con un reducido grupo de amigos.

Al principio, estas sesiones no tuvieron nada de particular. Chapman se sumía en un trance, y varias supuestas entidades o espíritus hablaban a través de él. Sin embargo, no ignoraba los problemas que pueden surgir al confundir trucos del subconsciente con una genuina capacidad como médium, y no dejaba de buscar una oportunidad para comprobar personalmente los hechos.

La oportunidad surgió cuando un cirujano llamado Lang empezó a "aparecer" durante sus sesiones. Con el tiempo, el cirujano facilitó una copiosa información sobre su vida y su muerte, suficiente para que Chapman localizara la pista de William Lang, que había ejercido su carrera en el Middlesex Hospital de Londres entre 1880 y 1914.

Esta identificación permitió a Chapman comprobar a fondo la autenticidad de la identidad de Lang con varias personas que lo conocieron durante su existencia terrenal. Miembros de la familia de Lang y varios de sus colegas médicos tuvieron sesiones regulares con Chapman, en el transcurso de las cuales hablaron con el difunto cirujano; todos ellos certificaron su identidad.

En 1947 Chapman conoció a la hija de Lang, Lyndon; con el tiempo llegaron a ser íntimos amigos, y se vieron regularmente hasta que Lyndon falleció en 1977. Ella no abrigaba la menor duda acerca de que, a través de Chapman, había estado en comunicación con su difunto padre: «Puedo asegurar que el William Lang que actúa a través del cuerpo de George Chapman es, sin la menor duda, mi padre.»

Susan Fairtlough, nieta de Lang, tuvo que convencerse de la supervivencia del cirujano, a pesar de su resistencia a admitir tal cosa. Viajó hasta Aylesbury para ver a Chapman, dispuesta a denunciarlo como embaucador, pero con gran horror por mi parte, o mejor dicho, estupefacción, el hombre que se encontraba en esa habitación era indiscutiblemente mi abuelo. No era él físicamente, pero era su voz... su comportamiento. Me habló y recordó hechos exactos de mi infancia. Y yo quedé tan impresionada que sólo sabía decir: «Sí, abuelo. No, abuelo.»

Cuantos han conocido personalmente a George Chapman, y a través de él han hablado con el doctor Lang, saben que existe una acusada diferencia entre el tono de la voz, el vocabulario y los tics verbales del Chapman real y los del Chapman controlado por Lang. Sin embargo, no hay que olvidar que se han dado casos de ciertas personas que han conseguido ofrecer intencionadamente o bajo hipnosis representaciones muy convincentes: algunos tipos de inestabilidad mental permiten que salga a la superficie otra personalidad. Lo único que cabe decir en este caso es que, o bien Chapman es un actor consumado, capaz de engañar incluso a quienes conocieron íntimamente a Lang, o el difunto cirujano realmente "se presenta".

Pero la cuestión de la identidad es sólo un aspecto del asunto. Por importante que pueda ser la prueba de la supervivencia, lo que hace que la gente afluya sin cesar a las diversas clínicas que dirige el doctor Lang es el éxito que éste ha obtenido al curar una amplia variedad de dolencias.

Chapman es un sanador en estado de trance, a través del cual el doctor Lang realiza lo que cabría denominar "operaciones de espíritu", algo por encima del cuerpo. El doctor Lang opera -según él mismo explica- sobre el cuerpo del espíritu, la esencia invisible de cada vida humana, que refleja mala salud en el cuerpo físico y a través de la cual éste puede ser influenciado. Trabaja con instrumentos invisibles, ayudado por un equipo invisible de cirujanos, entre ellos su hijo Basil, que en vida fue también médico.

Una descripción de lo que representa ser sometido a una operación del espíritu nos la ofrece Morton B. Jackson, abogado de Los Angeles (Estados Unidos), quien consultó al doctor Lang respecto a un tratamiento de espondilosis reumática que le aquejaba desde hacía diez años:

Me pidió que, en posición sentada y erguida, me inclinara levemente hacia adelante, y aplicó ligeramente sus dedos en varios puntos arriba y abajo de mi columna vertebral a través de la camisa; antes me había quitado la chaqueta... La naturaleza del tacto, aunque muy leve, parecía relacionada con el manejo y la utilización de instrumentos invisibles... Todo esto mientras nuestra conversación proseguía, aunque tendía más bien a ser unilateral, ya que mientras trabajaba el doctor Lang explicaba lo que estaba haciendo y por qué.

En este caso no hubo cura milagrosa, pero sí una cierta ayuda y menos dependencia respecto a la medicación. El doctor Lang jamás promete una curación, porque con esta terapia no puede haber resultado seguro. No obstante, de vez en cuando se producen notables recuperaciones después del tratamiento.

En 1974, Joseph Tanguy, joven dependiente de una tienda de París, fue sometido a una operación para explorar un tumor cerebral. Se diagnosticó que era maligno, y el paciente fue desahuciado. Sin embargo, el médico de Tanguy conocía la actividad del doctor Lang y aconsejó al joven que le consultara. Después de tres tratamientos a lo largo de varios meses, el tumor se redujo gradualmente, y las subsiguientes pruebas médicas demostraron que había desaparecido por completo.

Uno de los aspectos más inusuales de la tarea del doctor Lang es el hecho de verse apoyado por numerosos médicos, particularmente en Francia, algunos de los cuales le envían regularmente sus casos más difíciles. Varios médicos han certificado la exactitud de sus diagnósticos y la efectividad de su tratamiento. El doctor G., del sureste de Francia, dice:

Soy médico desde 1970, y tengo la gran satisfacción de conocer al doctor Lang desde 1975. Deposito en él mi entera confianza. El diagnóstico del doctor Lang no depende del interrogatorio del paciente: es un diagnóstico instantáneo. Antes incluso de que uno pueda decirle dónde le duele, él es capaz de enunciar cuál es el problema. Lo dice con precisión, con una exactitud sorprendente, y con detalles para cuyo conocimiento cualquier otro médico necesitaría radiografías y modernas pruebas de laboratorio.

En la obra Surgeon from another world (Cirujano de otro mundo), de George Chapman en colaboración con Roy Stemman, el doctor F., de Marsella, atestigua las curaciones que ha realizado Lang:

Desaparición en una sesión y curación de un tumor cerebral maligno en un niño de poca edad. En una sesión, un niño de siete años que había estado completamente paralizado desde su nacimiento empezó a andar a gatas. Desaparición del dolor en casos de artritis muy agudos y avanzados, especialmente coxartritis (que afecta a la cadera). Desaparición de cálculos de la vesícula biliar, etc.

Parece haber pocas dudas respecto a que Chapman ha sido aceptado como un médium bona fide de William Lang por aquellos que conocieron y amaron al médico en su existencia terrenal. Tampoco existe ninguna razón para dudar de la entrega por parte de Chapman. Éste trabaja prácticamente sin cesar, viajando entre Inglaterra, Europa y los Estados Unidos, con un equipo de secretarias para atender al incesante diluvio de correo y peticiones de visita.

Inevitablemente, ha sido el éxito en las curaciones lo que ha excitado la imaginación del público, pero la curación no es el único objetivo de la asociación entre George Chapman y el doctor Lang. Chapman está seguro de que la finalidad de la misma es algo más profundo que el alivio de dolores y sufrimientos, por grande que pueda ser el valor de éste. Como dice en Surgeon from another world: «El verdadero propósito del retorno de su espíritu [el del doctor Lang] no es solamente, y de ello estoy convencido, curar a las personas enfermas. Es tocar el alma y darnos una nueva y convincente percepción y comprensión de la realidad espiritual que nos rodea.»

Los que han conocido al doctor Lang y han sido tratados por él, poseen su propia experiencia para reflexionar al respecto. Otros que aún no la tienen cuentan con los tributos y testimonios de pacientes, ex colegas y familiares como materia de reflexión. A diferencia de tantos otros capítulos en la historia de los médiums, la prueba del retorno del doctor Lang resiste a mucho más que una simple investigación superficial.